La Verdad sobre los Desarmes "Voluntarios"

La Verdad sobre los Desarmes "Voluntarios"

El mayor enemigo de las armas de fuego no es ni la humedad ni el óxido, sino los políticos. El 10 de enero de 2025, el gobierno de México, con apoyo del Ejército Mexicano, lanzó una nueva edición del "Programa de Desarme Voluntario" con el supuesto objetivo de reducir los delitos cometidos con armas de fuego. La presidenta Claudia Sheinbaum enfatizó la importancia de erradicar las armas entre la población civil, mientras que el gobierno y el Ejército continúan armados.

Pero, ¿realmente este programa contribuirá a mejorar la seguridad del país? En este análisis, exploraremos los antecedentes, el impacto y las verdaderas intenciones detrás de esta política.


Origen del Programa de Desarme Voluntario

Este tipo de iniciativas no es nuevo. En México, el desarme voluntario se ha promovido desde 1972, cuando se publicó la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos. Esta ley no fue diseñada para proteger a la población, sino para salvaguardar al gobierno. Cuatro años antes, en 1968, el gobierno mexicano masacró a cientos de estudiantes en la Plaza de Tlatelolco, lo que generó el temor de un levantamiento armado.

Para evitarlo, se restringieron severamente los calibres permitidos para los civiles y se implementó un programa de recolección de armas a cambio de dinero o despensas. A lo largo de los años, este programa ha evolucionado con tintes políticos y de adoctrinamiento, llegando al punto de incluir "desarmes voluntarios" de juguetes bélicos para niños.


El Verdadero Objetivo del Programa

El gobierno sostiene que este programa busca reducir la violencia armada, argumentando que en 2021 se registraron 23,133 homicidios cometidos con armas de fuego en México. Sin embargo, al analizar los datos, se observa que los estados con mayor violencia (Guanajuato, Michoacán y Guerrero) coinciden con regiones donde operan grupos delictivos fuertemente armados.

La pregunta clave es: ¿realmente los criminales entregarán voluntariamente sus armas a cambio de una pequeña suma de dinero? La respuesta es evidente. Los delincuentes no se despojarán de sus "herramientas de trabajo" solo porque el gobierno se los pida. Las armas entregadas en estos programas suelen ser revólveres, pistolas y rifles viejos, no el armamento de alto poder que utilizan los grupos criminales.


¿Existen Beneficios Reales?

El único punto positivo de este programa es que ofrece una vía legal para que personas que poseen armas por circunstancias ajenas a su voluntad puedan deshacerse de ellas sin consecuencias legales. Un ejemplo claro es el de una viuda de un exmilitar que hereda un rifle sin saber usarlo ni desear tenerlo.

Fuera de estos casos aislados, el desarme voluntario tiene un impacto nulo en la reducción de la violencia. Incluso si asumimos que el gobierno tiene un genuino interés en mejorar la seguridad, los datos históricos muestran que el acceso a las armas por parte de civiles no es el factor determinante en los homicidios. Durante las décadas de 1950 a 1970, los mexicanos podían poseer armas de diferentes calibres y la violencia armada era mucho menor. El problema real radica en el narcotráfico, la corrupción y la falta de oportunidades, no en la existencia de armas legales.


El Impacto del Desarme Voluntario en la Sociedad

Estos programas no solo son ineficaces, sino que también contribuyen a un adoctrinamiento sistemático en contra de las armas de fuego. En lugar de promover el conocimiento y el uso responsable de las armas para la autodefensa, generan miedo y desinformación.

Si el gobierno realmente quisiera mejorar la seguridad de la población, debería complementar estos programas con capacitaciones sobre el uso seguro de armas, orientación legal y estrategias para la protección del hogar. En cambio, el objetivo real parece ser desarmar a la ciudadanía y dejarla indefensa ante el crimen organizado y el propio Estado.


Conclusión

El "Desarme Voluntario" no es una solución efectiva para la violencia en México. No afecta a los criminales, no soluciona los problemas de fondo y solo contribuye a una narrativa que busca desarmar a la población civil mientras los gobernantes continúan protegidos por escoltas fuertemente armados.

Antes de aceptar estos programas sin cuestionarlos, es fundamental analizar el contexto histórico y la realidad del país. La seguridad no se logra con políticas simbólicas, sino con soluciones estructurales y una ciudadanía informada.


¿Tú qué opinas? ¿Crees que el desarme voluntario realmente mejorará la seguridad en México? Deja tu opinión en los comentarios.

 

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